Creo firmemente que vivir es un itinerario hacia uno mismo, hacia la persona que nacimos para ser. En este blog se habla sobre literatura y se recrean encuentros con personas que me ayudaron a ser el camino que soy y que viven otra existencia aparte aquí conmigo, como talismanes contra el desamparo. Algunas de ellas son conocidas; otras, apenas siluetas tras la cortina de humo del tiempo; las menos, figuras que pueblan la realidad de mi imaginación; todas fundamentales.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Esto quiero que sepan de mí





Como parte de su serie de mini-entrevistas, la infatigable escritora dominicana Kianny Antigua me envió estas seis preguntas, que son raras en los cuestionarios dirigidos a escritores. Para mantenerme en línea con lo de “mini” y con mi segundo apellido, he intentado responderlas a la brevísima manera. A fin de cuentas, hasta el tema más trascendente sale sobrado con unas decenas de palabras.


Kianny Antigua: Tu posesión más valiosa y por qué.

Fernández Pequeño: Un espejo. La posibilidad de verme desnudo sobre el azogue sin la menor vergüenza. La opción de cuestionar el pedazo de realidad reflejado en mi espejo. El pedazo que yo escojo, digo, no el que me ordenan.

K. A.: Algo insignificante que te enerva.

F. P.: La esquina colorida y ruidosa donde literatura y farándula se encuentran, pero sobre todo el trillo de arqueadas rotundas que lleva hasta ese punto y que algunos sueñan alfombra roja.

K. A.: ¿Qué opinas de los premios literarios?

F. P.: Son el dominio de un secretismo cómplice y obsoleto, territorio donde un leguleyo atildado que llamamos “organizador” y un esclavo enano al que se conoce por “jurado” juegan un rato a repartir honores. Mientras la relación de participantes en un concurso literario no sea pública y la sociedad no tenga el derecho de consultar (si quiere) todas las obras enviadas, para coincidir o disentir del veredicto, la gestión literaria seguirá tomando el sol en el siglo xx. Las actuales tecnologías de la comunicación permitirían que el público recorriera las interioridades de cualquier premio literario, como lo hace normalmente en los concursos de artes visuales, pero (al parecer) tanta transparencia produce vértigo.

K. A.: ¿Qué le falta (y qué le sobra) a la literatura caribeña?

F. P.: Nada. Esa señora gozosa y reputísima hace mucho se encontró a sí misma mientras intercambiaba chistes con la cultura popular tradicional. Después que se gustó, cogió camino. ¿Cómo? ¿Que todavía alguno de los nuestros habla con arrobo del afán nacionalista, París y la “alta cultura”? Pues no me explico la razón. ¿Será que no han visto a la literatura caribeña contonearse por Madrid, coger un jumo recio en Nueva York, o blasfemar en Buenos Aires?

K. A.: El libro que te hubiera gustado escribir: ¿Por qué?

F. P.: El que no existe, el que es todavía un atisbo, una inquietud que me mantiene vivo y alerta.

K. A.:
¿Qué te gustaría que la gente supiera de ti?

F. P.: Esto que a continuación pongo entre paréntesis: (                ).


Ilustración: Foto de Ena LaPitu Columbié.


Para ver la entrevista original, haga clic aquí:



Kianny Antigua, escritora y profesora universitaria dominicana. Ha desarrollado una copiosa obra en los terrenos de la poesía, la narrativa y la literatura para niños. Durante los últimos años, su nombre ha aparecido con frecuencia entre los ganadores de concursos como Letras de Ultramar, Casa de Teatro o FUNGLODE. Sus miniestrevistas a autores dominicanos van marcando un simpático rastro para abordar la actualidad literaria en ese país.


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