Creo firmemente que vivir es un itinerario hacia uno mismo, hacia la persona que nacimos para ser. En este blog se habla sobre literatura y se recrean encuentros con personas que me ayudaron a ser el camino que soy y que viven otra existencia aparte aquí conmigo, como talismanes contra el desamparo. Algunas de ellas son conocidas; otras, apenas siluetas tras la cortina de humo del tiempo; las menos, figuras que pueblan la realidad de mi imaginación; todas fundamentales.

sábado, 27 de febrero de 2016

Cenizas





Ese día alguien hizo notar la ceniza saliendo del vehículo y fueron muchos los sorprendidos, casi tantos como los asustados. No faltó quien llamara de inmediato a los bomberos, que llegaron con sus sirenas y sus pesados trajes, revisaron minuciosamente, y no encontraron algo extraño… aparte de la ceniza que seguía elevándose al cielo desde aquel vehículo con los cristales cerrados a cal y canto. Los medios formaron revuelo en las próximas semanas. Los científicos terminaron hablando de sugestión social. Cierta iglesia se volcó a las calles para recordar a los pecadores el tema de las brasas infernales. Y los juerguistas se inventaron chistes soeces que no sería de buen gusto repetir aquí. Así pasó el tiempo. Hoy casi nadie recuerda cuál era la marca del vehículo, ni el nombre del dueño, ni por qué fue estacionado ese día exactamente allí. Es un vehículo inmóvil al que las autoridades dan brillo cada seis meses, del que los habitantes dicen estar orgullosos y que recibe la visita de cuanto turista cruza por el pueblo. Un vehículo que expele cenizas, solo eso.

Ilustración: Mundo Maipú.

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